Historial del Congreso Nacional

A lo largo de su historia política de país independiente, Brasil es marcado por la existencia de dos Casas Legislativas en el ámbito federal que, en determinadas circunstancias, deben reunirse conjuntamente.

La primera Constitución Brasileña, de 1824, creó la tradición del bicameralismo al inspirarse en la Carta monárquica francesa elaborada tras la caída de Napoleón Bonaparte. Al mismo tiempo en que establecía dos Cámaras Legislativas, la Constitución Imperial determinaba, en su artículo 14, la existencia de una 'Asamblea General' compuesta por la Cámara de Diputados y por el Senado. En el artículo 15, la Constitución establecía las atribuciones de esa Asamblea General, que abarcaba diversas competencias, incluyéndose la capacidad de reformar el propio texto constitucional, bien como la de dirimir dudas con respecto a la sucesión del trono y, todavía, la de cuidar del presupuesto público, lo cual debería ser fijado anualmente.

El fin de la monarquía y el advenimiento de la República condujeron a la elaboración de una nueva Constitución, de 1891, la cual determinaba que el Poder Legislativo seria ejercido por el Congreso Nacional, compuesto por la Cámara de Diputados y por el Senado Federal. Además de las competencias propias de esas dos Casas, el artículo 34 relacionaba las competencias privativas del Congreso Nacional, que incluyan, por ejemplo, presupuesto, disputas de límites territoriales entre Estados federados y incluso la decisión sobre el cambio de la capital del país.

La ola autoritaria del período Entreguerras (1918-1939) alcanzó también al Brasil. El liberalismo de la República Vieja fue sustituido por filosofías políticas inspiradas por los fascismos europeos.

La Constitución de 1934 mitigó fuertemente el bicameralismo brasileño, y, en su artículo 22, el Poder Legislativo es ejercido por la Cámara de Diputados, con la colaboración del Senado Federal. Las atribuciones de ese último no están más en el capítulo dedicado al Poder Legislativo, pero en otro denominado "De la coordinación de los Poderes", que debería ser la nueva función de la Cámara Alta. El corporativismo también está presente en la composición de la Cámara de Diputados, que pasó a abrigar representantes de organizaciones profesionales.

Las tendencias autoritarias se tornaran centrales a partir del golpe de Getulio Vargas y de la elaboración de la Constitución de 1937, que era completamente desequilibrada en términos de relación entre los Poderes. En sustitución al Congreso Nacional, habría un "Parlamento Nacional", que sería compuesto por dos Casas: la Cámara de Diputados y un 'Consejo Federal', que sustituiría el Senado. Sin embargo, el Parlamento Nacional nunca llegó a ser instalado, y el Presidente de la República hizo un amplio uso de decretos-leyes, lo que le permitió legislar sobre materias de competencia legislativa de la Unión.

El regreso a la democracia resultó en una nueva Constitución en 1946. El Legislativo Brasileño volvió a denominarse 'Congreso Nacional', y, más una vez, hubo paridad en la relación entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo. Además, el Congreso Nacional volvió a tener un conjunto propio de competencias, entre las cuales vale señalar la votación del presupuesto y la apreciación de vetos del Presidente de la República.

El régimen autoritario, a partir de 1964, mantuvo la estructura esencial del Congreso Nacional, pero hay un nuevo período de supremacía del Ejecutivo sobre el Poder Legislativo. El Presidente de la República volvió a hacer amplio uso de la figura del decreto-ley, y la capacidad del Poder Legislativo contraponerse al Presidente era extremamente limitada.

Solo con el regreso del régimen democrático y la elaboración de una Constitución, en 1988, que hay un nuevo período de equilibrio de poderes entre Ejecutivo y Legislativo, con la ampliación considerable de las atribuciones del Congreso Nacional, tanto de aquellas que dependen de posterior sanción del Presidente de la República, cuanto de las que son de su competencia exclusiva.